El Origen de la Ansiedad Durante los Episodios Neuróticos

Aunque mucho se ha escrito sobre cómo manejar la ansiedad, se ha prestado mucha menos atención a cómo se origina dentro de la psique. En este texto exploraremos los orígenes de la ansiedad a través de la lente de la teoría lacaniana, examinando cómo la interacción entre tres ámbitos fundamentales de la psique—lo Real, lo Imaginario y lo Simbólico—puede detonar esta poderosa emoción.

Es importante señalar que el episodio neurótico que aquí se describe no implica necesariamente que el sujeto padezca una neurosis plenamente desarrollada. Se trata de un momento fugaz en el que surge la ansiedad, interrumpiendo temporalmente el equilibrio habitual de la psique. Este tipo de episodio no es señal de una condición crónica, sino más bien de un instante transitorio que, si no se maneja adecuadamente, podría derivar en complicaciones mayores. La salud mental consiste en mantener el equilibrio, y todos debemos aprender a navegar este proceso.


Los Tres Registros de Lacan

Lacan propuso que la psique está estructurada alrededor de tres registros distintos pero interconectados:

  • Lo Imaginario: caracterizado por imágenes, identidad del yo y la manera en que nos percibimos a nosotros mismos y a los demás. Originado en la “etapa del espejo”, moldea nuestro sentido de identidad y de lugar en el mundo, a menudo mediante imágenes idealizadas y mal reconocidas.

  • Lo Simbólico: el ámbito del lenguaje, las normas sociales, las leyes y las convenciones culturales. Es el sistema de significados que estructura nuestros pensamientos e interacciones. Aquí el lenguaje es clave, pues nos permite dar sentido a la experiencia.

  • Lo Real: aquello que está más allá de la simbolización y del lenguaje. Es el núcleo traumático de la existencia, lo imposible, lo inasimilable. Representa lo que se resiste a ser capturado por el orden simbólico, y se manifiesta como inquietud, falta o lo siniestro. No es simplemente “la realidad”, sino el límite de nuestra capacidad de aprehenderla simbólicamente.

En condiciones normales, estos tres registros se mantienen en un equilibrio precario. La psique procesa la experiencia integrando los tres en armonía. Pero, ¿qué ocurre cuando ese equilibrio se rompe?


La Dinámica de la Ansiedad: Un Modelo en Tres Tiempos

La ansiedad en Lacan puede entenderse como un proceso en tres fases o “tiempos”, cada uno representando un nivel distinto de tensión y disrupción psíquica.

Tiempo 1: Equilibrio
La psique está en un estado relativamente balanceado. Lo Imaginario, lo Simbólico y lo Real se entrelazan, y el individuo se orienta con una coherencia aceptable del yo. La tensión existe, pero es manejable.


Tiempo 2: Disrupción
Algo—una experiencia nueva, una necesidad física urgente, un evento traumático, un conflicto social o incluso un recuerdo reprimido—rompe el equilibrio. Lo Imaginario y lo Simbólico se superponen, y la psique se vuelve hiper-dependiente del orden simbólico: reglas, normas, lenguaje.

El sujeto, al intentar restablecer control, puede experimentar culpa, inhibición o una compulsión de conformarse a las normas sociales. Lo Imaginario—la imagen de sí mismo—entra en tensión al intentar sostenerse frente a la presión del Simbólico.

En esta fase aparece la jouissance sensorial: una mezcla intensa de placer y dolor ligada al cuerpo. Es el choque entre las necesidades corporales y las exigencias del orden simbólico. Este exceso sensorial intensifica la ansiedad, haciendo que la disrupción se viva como insoportable.

Tiempo 3: Emergencia de la Ansiedad
En este tercer tiempo, la ansiedad estalla plenamente. Lo Imaginario se sumerge en lo Simbólico, mientras lo Real queda excluido. El sujeto se siente atrapado en una sensación de insuficiencia, ya que el Simbólico—que normalmente da orden y sentido—se convierte en una vara que mide su eficacia y valía.

Ejemplo: alguien siente sed. Lo trivial sería simplemente beber agua. Pero en un episodio neurótico, surgen dudas persecutorias: “¿Habrá peligro si voy por agua?”, “¿me pasará algo malo?”. La cuestión ya no es saciar la sed (lo Real queda excluido), sino una negociación entre el yo y el orden simbólico. La psique recurre a la ansiedad como motor para actuar—ya sea enfrentar la supuesta amenaza o huir de ella.

La ansiedad, en este modelo, es un mecanismo compensatorio para restaurar el equilibrio. Puede impulsar a la acción, incluso de forma positiva, acelerando soluciones. Cuando el síntoma está rígido, el sujeto queda atrapado; cuando hay flexibilidad, la ansiedad funciona como catalizador.


Manejo de la Ansiedad en Episodios Neuróticos

En episodios leves, el manejo de la ansiedad comienza con reconocerla. Esto permite reequilibrar los registros. Una vía práctica es abrirse a lo Real: enfocar la atención en las sensaciones corporales inmediatas, como respirar, sentir el peso del cuerpo o el simple hecho de estar vivo.

Este enraizamiento reduce la sobrerrepresentación del Imaginario y del Simbólico, aliviando la ansiedad.

No obstante, hay que reconocer que lo Real nunca es completamente accesible. El objetivo no es capturarlo, sino hacerle espacio en la psique, lo suficiente como para disminuir el choque entre los otros dos registros.


Conclusión

La ansiedad es un fenómeno complejo que, en el caso neurótico, surge como resultado de la fricción entre lo Imaginario y lo Simbólico. No toda ansiedad responde a esta dinámica; en la psicosis, por ejemplo, el mecanismo es distinto. Pero siempre que el equilibrio de los registros se rompe, la mente intentará restablecerlo mediante alguna forma de compensación.

El acompañamiento de otros—terapeutas, analistas, incluso coaches—puede ser valioso. Sin embargo, la mayor parte del tiempo estamos solos con nuestra interioridad, especialmente en momentos de angustia. Ahí, el recurso a las sensaciones corporales, junto con la comprensión de la dinámica psíquica, puede ayudar a reducir el sufrimiento y a acercarnos nuevamente a un estado más equilibrado del ser.

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